ÉRASE UNA VEZ MELILLA

ÉRASE UNA VEZ MELILLA
GRUPO DE ESCUELAS MIXTAS

EN EL BARRANCO DEL LOBO

domingo, 5 de abril de 2009

PINTOS - 1 GRAL. GUILLERMO PINTOS - BARRANCO DEL LOBO
















D. Guillermo Pintos Ledesma , general de brigada de
Infantería (*1856 - +1909)

Uno de los nombres ligados al desastre del Barranco del Lobo,
en el que murieron un buen número de militares españoles, es el del general de brigada D. Guillermo Pintos Ledesma , nacido en Chafarinas, el 26 de enero de 1856 (8 años después de que fueran conquistadas). y que accedió al generalato el 30 de junio de 1905.
Educado en la vida militar, ingresó en la Academia de Infantería en julio de 1870
como cadete, contando 16 años de edad.

España: 1873 Ejército del Norte.

Fue destinado en 1873 al Ejército del Norte, participando en la 3ª Guerra
Carlista, destacando por sus actos heroicos en la retirada de Muru a Lárraga,
motivo por el cual, fue recompensado con el empleo de teniente de infantería. En
nuestra literatura, dicho repliegue queda plasmado en la obra de Benito Pérez
Galdós, “De Sagunto a Cartago”, de los Episodios Nacionales. Participó en las
acciones militares de Orlo y Tolosa, bajo la dirección del S.M. El Rey D. Alfonso
XII.

El empleo de capitán, lo consigue por méritos de guerra en 1876, por las
acciones efectuadas en Zomoza.

Ultramar. 1877, 1ª vez destinado a Cuba.

En 1877, siendo capitán, es destinado a la Isla de Cuba, lugar donde se
presenta voluntario para ejercer el mando de una columna, tomando parte en
diversos combates y obteniendo méritos que le valen el ascenso a comandante.
Perteneció también a las columnas mandadas por el general Arolas, participando en
diversas acciones de guerra en la isla ya citada .Regresa a España en 1879.

Ultramar. 1888, Filipinas.

Nuevo destino en ultramar, ahora, 9 años después de haber regresado de Cuba,
marcha a Filipinas, acompañando al General D. Valeriano Weyler, militar duro, con
fama de sanguinario y cruel, etiqueta colocada por franceses y americanos y que
como se verá, según una anécdota protagonizada por el propio general Pintos, no
era tal. En Filipinas, el destacamento español, era escaso con apenas unos
cientos de soldados.

Anécdota

La anécdota a la cual se hace referencia, la protagonizó el entonces comandante
D. Guillermo Pintos Ledesma, el cual iba a presenciar la ejecución en una de las
plazas principales, de la pena capital, mediante garrote vil de un rebelde
filipino. Los filipinos, agolpados en la plaza ante el cadalso, se mostraban
apenadas y en un ambiente muy triste, contemplaban tan dolorosos espectáculo.
Ante tal situación, el comandante Pintos, se sensibilizó, suspendió la
ejecución y, condonó la pena al reo. Por este acto piadoso y humano,
Pintos se ganó la felicitación del mismísimo general Weyler, mereciendo la
confianza por parte de la sociedad filipina. Esta forma de actuar, también
hizo más llevadera su estancia en la colonia, tan lejos de España.

A pesar de que la fuerza militar era escasa en Filipinas, se consiguió mantener
controlada la situación. El comandante Pintos, fue enviado por el general Weyler
a Mindanao, ante una insurrección musulmana, los cuales, hostilizaban al Ejército
español. Los rebeldes, conocedores del terreno y superiores en número, fueron
derrotados por Pintos, cuyas fuerzas gozaban de poco contingente y medios
materiales. Los españoles, consiguieron tomar y ocupar Malbang. Toma parte en la
campaña de Mindanao (Filipinas), donde se distingue de forma muy notable.

Ultramar. 1896, 2ª vez destinado a Cuba

Terminada la pacificación de Filipinas, en 1896 marcha junto al general Weyler
de nuevo a Cuba. En mayo de ese mismo año, en la ciudad cubana de Peñalver, se
enfrenta al rebelde cubano Bartolomé Masó, con un contingente superior a los
1.500 hombres y se hallaba atrincherado detrás de unas protecciones que medían
metro veinte y estaban hechas de tierra y madera. Bartolomé Masó, fue derrotado
de forma brillante .Por esta acción militar, el general Weyler, recomienda al
comandante Pintos para el ascenso a teniente coronel.

Tiempo más tarde, junto a los generales Sr. Suárez-Inclán y Sr. Bernal y, el
teniente coronel Sr. Valcárcel, participa en la batalla de Jácara-Júcara,
alcanzando la victoria de forma estrepitosa y gloriosa sobre el independentista
Antonio Maceo y, logrando encerrarlo en la provincia de Pinar del Río. Todo
intento del general Maceo para romper el cerco, fueron inútiles.

No obstante, Maceo se movía por territorio amplio, motivo por el cual, el
general Weyler, mandó combinar sus columnas para restarle terreno y poder
controlar sus movimientos más fácilmente (trochas). Los insurgentes, en número
superior y desde su reducto, repartidos por sus maniguas (zonas pantanosas
cubiertas de maleza tropical) impedían el despliegue de tropas españolas, cosa
que no importó a los jefes militares españoles, los cuales apoyados por la
artillería y a bayoneta calada, atacaron y redujeron al enemigo, poniendo en
grave aprieto al general Maceo (el hermano de este, Rafael maceo, había caído
prisionero junto a otros cabecillas insurgentes, siendo desterrados a la Isla de
Chafarinas (España)).

23 de octubre de 1896, Ojo de Aguja (Cuba), vuelve a combatir el teniente
coronel D. Guillermo Pintos Ledesma junto al comandante Feijoo, atacando por
sorpresa a las fuerzas rebeldes de Aguirre, Valencia, Montero y Aranguren,
atrincheradas en aquel punto.
Para este ataque, los jefes españoles, emplazaron a 200 metros la artillería y
atacaron por los flancos a la bayoneta en bizarras cargas, hechos de armas que
una vez derrotado el enemigo, lo puso en fuga abandonando las trincheras.

Otros rebeldes contra los que luchó fueron, Máximo Gómez y Quntín Banderas y
otros cabecillas. Perteneció también a las columnas mandadas por el general
Arolas, participando en diversas acciones de guerra en la isla ya citada .

Por los servicios tan distinguidos prestados en Cuba y por los méritos
contraídos, asciende a coronel.
Regresa a España en 1897.




1897, Regreso a España

Fue coronel jefe de unidad del Regimiento de Asturias (actual Regimiento de
Infantería Mecanizada Asturias núm. 31), en el período comprendido entre los años
1902 a 1906, habiendo sustituido en la jefatura de dicha unidad al coronel D.
Augusto Linares Pombo (jefe entre 1896 y 1902) y, siendo relevado en 1906, por el
también coronel, D. Fernando Molto Ocampo. Mandaba la Brigada de Cazadores desde
julio de 1907.

En 1905, había ascendido a General de Brigada de Infantería.

Al frente de la 1ª Brigada Mixta que prestaba servicio de guarnición en Madrid,
el 13 de julio de 1909, recibió la orden de partir hacia Melilla, para reforzar a
las unidades militares allí desplegadas por el general D. José Marina Vega, que
allí se enfrentaban a los rifeños que a su vez, eran cada vez más agresivos y
numerosos. Llegó a Melilla, el 23 de julio del año 1909, con su Estado Mayor, a
bordo del buque transatlántico “Alfonso XII”. Este barco, había zarpado de Málaga
y llevaba a bordo, a los batallones de Cazadores de Las Navas y de los Arapiles,
además, de la sección de Sanidad.

Si algo definía al general de brigada, D. Guillermo Pintos Ledesma , es la de
soldado valiente, inteligente y leal. Murió en acción de guerra, el 27 de julio
de 1909, en las cercanías del pueblo marroquí de Mezquita. Tenía 53 años.
Dotado de carácter especial, por su agrado, bondad y amabilidad tanto en el
puesto que ocupaba al encontrarse con la muerte al frente de sus cazadores como
en los anteriores cargos que había desarrollado, motivo por el cual, supo ganarse
numerosos afectos y simpatías. Según consta en prensa de la época, cuando
desempeñó el cargo de ayudante del general Weyler, este llegó a sentir por él
afecto paternal.

Fue ascendido a General de División por méritos de Guerra (Diario Oficial núm.
167) por Real Decreto de 29 de julio de 1909.

Estaba casado y tenía 4 hijas. Su muerte fue muy sentida por parte de la
Infanta de España, Doña Isabel, haciendo eco de ello la prensa

Una comida una sencilla petición, despedida del general Pintos en La Granja, de
S.M. El Rey D. Alfonso XIII.

Antes de partir hacia Melilla al frente de la 1ª Brigada Mixta, el general D.
Guillermo Pintos Ledesma , se despidió de S.M. D. Alfonso XIII, en La Granja.
Esta despedida, bajo el título, “El Rey y el general Pintos”, quedó recogida de
esta forma en el periódico madrileño “La Correspondencia de España” (textual), al
parecer, tuvo cariz emotivo, ya que a parte de manifestar al rey, sus
intenciones, el general Pintos, le pedía cuidara de su familia en caso de caer en
acción de guerra, cosa que pasó y el Rey D. Alfonso XIII, cumplió su palabra:

“…Anoche en la Peña, donde estos días reina animación extraordinaria, y donde
sólo se oyen frases de aliento para los que van a luchar a los campos del Rif, se
refería, por personas de elevada posición y alta jerarquía en el Ejército, un
episodio altamente conmovedor de los últimos días que pasó en España el general
Pintos.

Cuando se dispuso que la primera brigada de Cazadores marchase a Melilla, el
general Pintos fue a La Granja a despedirse de Su Majestad el Rey, y el Monarca
le dispensó el honor de sentarlo a su mesa.

Parece como es natural, que le habló de los sucesos de Melilla y de la marcha
próxima del general, y que al ser este interrogado por Su Majestad, contestó: -
Yo, señor, voy a Melilla sin más aspiración, sin más deseo que servir a mi Patria
como buen soldado. No tengo ambiciones pues estoy convencido de que aún llegando
a teniente general, como límite de mi carrera, he de morir pobre. Si muero allí,
sobre el campo de batalla, quisiera morir como Vara de Rey murió, dejando a mi
Patria el mismo honroso recuerdo que él ha dejado. No tengo más que una
preocupación que una: mi mujer y mis cuatro hijas. Si yo supiera que la faltarles
tendrían la protección de Vuestra majestad moriría tranquilo- Dicen que el Rey,
muy emocionado, distrajo de estos pensamientos al general, no sin darle a
entender que si una desgracia sobrevenía, el Monarca no habría de olvidar aquella
solícita y respetuosa petición de un padre.

El Rey, como Rey que es, cumplidor de su palabra, envió ayer al jefe de su
cuarto militar, general Echagüe, con el encargo de saludar a la viuda y a las
huérfanas del ilustre muerto y de decirles que el Monarca cumplía la última
voluntad del valeroso general Pintos.

Los que anoche oían referir este episodio conmovedor, se mostraban
verdaderamente impresionados, y tributaban, a la vez un recuerdo piadoso a la
memoria del que murió por su Patria, un sincero elogio a quién ha llevado
consuelos y palabras de afecto al triste hogar del que fue jefe de la primera
brigada de Cazadores…”

Los últimos días del general de brigada D. Guillermo Pintos Ledesma.

Mediante las noticias que cito textualmente a continuación, intentaré recopilar
los últimos días del general de brigada D. Guillermo Pintos Ledesma el cual cayó
en combate el 27. de julio de 1909. Son citas textuales ya que creo que a parte
de respetar los derechos de autor de aquellos periodistas que escribieron los
hechos acaecidos, no hay nada mejor, que saber lo que ocurrió con escritos y
palabras de la época.

Cronología:

- Antes del 13 de julio de 1909. : Se despide de S.M. el Rey D. Alfonso XIII en
La Granja.
- 13 de julio de 1909. : Sale de Madrid, al frente de la 1ª Brigada.
- 23 de julio de 1909. : Llega a Melilla a bordo del transatlántico “Alfonso
XII” con su Estado Mayor
- 24 de julio de 1909, una revista de las líneas defensivas. Noche de miedo y
confusión en la periferia de Melilla
- 27 de julio de 1909, la última marcha.
- 27 de julio de 1909, el último combate. Telegrama oficial.

Hans Nicolás i Hungerbühler




PINTOS - 2 NOCHE DE ALARMA EN MELILLA








Alarma en Melilla, en la noche del 24 al 25 de julio

Bajo el título de “Noche de Alarma”, se daba a conocer en el rotativo madrileño
“La Correspondencia de España”, la siguiente noticia, la cual debió de ser vivida
por el general Pintos, el cual, se hallaba en el Campamento del Hipódromo, en las
proximidades de Melilla, cito textualmente:

“…Poco después de las seis de la tarde del sábado 24, uno de los moros
confidentes al servicio de España comunicó que el enemigo se atrincheraba en
aquellas laderas y estribaciones del Gurugú, que dominaban ambas líneas, y que,
siguiendo su traidora táctica, llamaba la atención sobre los puntos de
atrincheramiento para caer sobre la segunda caseta, que, como ya he dicho, es el
parque de aprovisionamiento del campamento de Sidi Musa, y del que ocupan las
fuerzas del general Imaz.

Nuestras fuerzas hacían acopio de municiones para defenderse contra un probable
ataque , la brigada del general Pintos se extendía delante de los fuertes, el
batallón de Barbastro aseguraba su posición sobre los lavaderos de mineral de la
Compañía Norte Africano y la Posada del Cabo Moreno, y el batallón de Cazadores
de Estella vigilaba detrás de las alambradas del Hipódromo.

El general Marina y el de brigada López Pintos (debió de confundirse el
periodista Rodríguez de Celis, con Pintos Ledesma), , revistaban la línea de
defensa. Cuando se dirigían hacia el Hipódromo, el enemigo apostado en unas lomas
cercanas , disparó contra el grupo que formaban ambos generales y su escolta. De
improviso se oyeron algunos disparos más próximos, y el cabo de la escolta de
caballería del general Pintos caía herido de un balazo en le espalda.

La noche cerraba; la luna, testigo impasible de estos últimos combates, se
ocultaba, y en la plaza y en los barrios extremos de Triana, Buen Acuerdo, el
Polígono y Reina Victoria, esperaban los vecinos la triste sonata de los
cañonazos y de los disparos de fusil, que estorbaban el sueño desde hace días.

A las diez de la noche, el Barrio del Polígono empieza a desalojarse; a las
once la mayor parte de los que habitan en el de Reina Victoria empiezan a entrar
en la plaza, y los de Buen Acuerdo y los de Triana se preparan para hacer lo
mismo, en cuanto se adivine que el enemigo se acerca.

La alarma es injustificada. Las tropas cubren una extensa línea de fuego, en
los fuertes se vigila arma al brazo, la dotación de la Artillería está al pie de
los cañones; pero… ¿Quién es capaz de encontrar un medio que contrarreste la
impresión de un terror que han producido en Melilla los últimos sangrientos
combates?.

En el Hipódromo se oyen descargas cerradas. A las dos de la madrugada el fuego
parece generalizarse; el velo negrísimo de la noche se rasga algunas veces con el
vivísimo resplandor de las descargas de fusilería.

Pero tan cerca, tan encima de nosotros, que los corazones más animosos, no
familiarizados con los desastres de la guerra, sienten conmociones, vacilan y no
pueden menos de pensar en un refugio que les libre de una tal vez improbable
acometida del enemigo.
El barrio de Triana comienza el pánico a arrojar de los míseros hogares a
familias enteras.

Unos soldados del batallón de Estella aseguran que el enemigo ha entrado en el
Hipódromo, que por todas partes hormiguean y en todas direcciones hacen
descargas, y ante esta falsa noticia que han fabricado en colaboración las aún
latentes emociones de la sangrienta jornada de ayer y la inconsciencia,, se
inicia la desbandada y por el puente sobre el río Oro y por la playa se ven
entrar en la plaza a hombres, mujeres y niños en medrosa caravana.
Era un espectáculo tristísimo. Yo llegué hasta el mismísimo puente, cerca del
destacamento del Zoco, que hizo una descarga, y a mi paso encontraba grupos de
mujeres y niños que huían de sus viviendas con paso ligero, sin osar dirigir
atrás la vista, como quien escapa de un incendio que avanza amenazador, terrible.

Mientras, en el muelle, miles de criaturas se cobijaban, creyéndose seguras
contra la invasión de los salvajes rifeños, formando ranchos, agrupaciones de
personas que calladas, sin articular palabra, casi echadas unas encima de otras,
esperaban con angustiosa inquietud que la aurora disipase las sombras de la
noche.

En el campo, el ruido de las descargas hacía pensar a los menos egoístas en la
triste suerte que corrían nuestros soldados, imaginando trágicos momentos de
lucha, ayes de dolor, ríos de sangre…
Y la mañana no venía…Parecía que la luz retardaba su llegada por no alumbrar
tanto desastre.

A las tres y media, y conducidos del brazo por soldados, entraban tres heridos.
Eran sus heridas leves; pero la impresión entre los que los vieron fue terrible.

Por fin el alba llegó pura y tenue y la tranquilidad se hizo en los espíritus.

Se supo que sólo había cuatro heridos , ninguno de ellos grave, y se supo
también que cuarenta o cincuenta enemigos habían traído en constante jaque
durante toda la noche a nuestros soldados.

Una confusión, un grito entre los soldados de Estella pudo ocasionar una
terrible hecatombe. Se creyó que el Hipódromo estaba rodeado de rifeños. Una
sección hizo fuego contra la retaguardia, y si la previsión de los jefes no
hubiera detenido el ímpetu de nuestros soldados, la noche del 24 del actual sería
memorable por lo trágica y por lo luctuosa.

La mañana, calurosa, con un viento que abrasa al azotar en la cara, parece
tranquila. Una sección de Caballería hace la descubierta, sin oír más que tres o
cuatro disparos. El fuego de cañón comienza. El tímpano se ha familiarizado de
tal suerte con las detonaciones, que los cañonazos que disparan los fuertes
próximos, no causan ya la menor impresión.

A las ocho de la mañana, momentos antes de disponerme a descansar unos minutos,
olvidando las emociones sufridas durante la noche, escribo estas líneas a la
ligera, sin saber ni como ni cuando saldrán de aquí…Rodríguez de Celis, Melilla,
julio 1909…”
Hans Nicolás i Hungerbühler.

PINTOS - 3 POCO ANTES DE MORIR








Poco antes de morir el general Pintos


Ascenso de un soldado del batallón de Cazadores de Las Navas a cabo en el
combate.

Durante el combate y antes de morir, el general de brigada D. Guillermo Pintos
Ledesma, se fijó en el comportamiento de un soldado, al cual, ascendió a cabo
sobre el terreno y durante la acción militar, por su comportamiento al recuperar
unos mulos caídos en manos de los moros. Dicha acción y recompensa, quedó
recogida así en “La Correspondencia de España” de 30 de julio de 1909 y narrado
por el periodista Rodríguez de Celis, a la vez, que confirmaba en la misma, la
muerte del general.(Textual):

“…Las referencias del último combate me relatan más hechos heroicos de las
tropas. El soldado de Las Navas, Francisco Martín, recuperó dos mulos que se
llevaban los moros, dando muerte antes a algunos de ellos.
Antes de morir el general Pintos se fijó en el comportamiento del soldado
Martín, y le nombró cabo sobre el mismo campo de batalla.

El teniente coronel de Las Navas Sr. Palacios, también felicitó públicamente a
otro cabo que realizó verdaderas proezas. Este jefe pidió un vaso de agua durante
el combate, y en el momento que lo apuraba cayó muerto.

Se ha confirmado que el general Pintos recibió la muerte en un breve momento de
descanso, después de haber echado pie a tierra. Al apoyarse sobre una peña, cayó
muerto…”

“…Ultima hora. Las últimas noticias en el momento que telegrafío, acusan
tranquilidad.- Rodríguez de Celis…”

Hans Nicolás i Hungerbühler.

PINTOS - 4 LA ÚLTIMA MARCHA








General Pintos: La última marcha.

Como se podrá leer más adelante, en “Llegan las primeras noticias de la muerte
del general de brigada D. Guillermo Pintos Ledesma”, y de forma textual, daré
aquí una breve pincelada a esta marcha la cual, tenía por objetivo abastecer las
avanzadas del Ejército español, sobre todo en agua. Cosa que por ferrocarril no
se podía hacer dado que la morisma había saboteado entre 1ª y 2ª caseta, unos 200
metros de vía férrea.

La fuerza militar, se componía básicamente de dos columnas, la de escolta que
iba fuertemente protegida y en la cual iban al frente los coroneles Palacio del
batallón de Cazadores de Las Navas y el coronel Axó y la de escolta que salió
también del Hipódromo, compuesta por el batallón de Cazadores de Madrid, al
frente del cual iba el general de brigada D. Guillermo Ledesma Pintos.

Para proteger la buena marcha del convoy, era necesario tomar unas lomas en las
estribaciones del monte Gurugú, en poder de los moros cosa que correspondió a
los cazadores del general Pintos y que de hecho, se consiguió y defendió hasta
que por la tarde, regresó el convoy. Entonces se inició el repliegue de forma
ordenada. En un descanso, al bajarse el general Pintos del caballo, recibió un
balazo en la cabeza que le causó la muerte.

El último combate.

“…Telegrama oficial. Melilla 27, a las 23:15. Gobernador Militar a Ministro de
La Guerra. Esta mañana nueva noticia que grupo numeroso, colocado a nuestra
derecha en cañada Gurugú, había destrozado 200 metros de vía férrea, entre
primera y segunda caseta.

Ante imperiosa necesidad de enviar agua a posiciones avanzadas, tuve que
organizar un convoy de carros aljibes y carricubas, y organizar dos fuertes
columnas, una con los coroneles Fernández Cuerda y Axó, de protección y la
brigada del general Pintos, que había de apoderarse de algunas lomas en la falda
del Gurugú, ocupadas por los moros amenazando nuestras líneas.

La brigada del general Pintos en su brioso avance se apoderó de posiciones
descritas sosteniéndose en ellas todo el dia hasta que de vuelta del convoy
dispuso el repliegue a nuestros campamentos, repliegue hecho con toda precisión y
serenidad por parte de la tropa. El combate ha sido duro y tenaz por parte de los
moros, rechazado varias veces por fuegos en descargas y fuego de artillería, de
querer avanzar hasta nosotros.

Llegan las primeras noticias de la muerte del general de brigada, D. Guillermo
Pintos Ledesma .

Dentro de la incertidumbre y la reserva, empezaron a llegar las noticias de la
muerte en combate del general Pintos, tras haber efectuado con éxito escolta de
protección de un convoy a las estribaciones del monte Gurugú, habiendo salido del
campamento militar del Hipódromo el cual, fue atacado por la morisma a su
regreso. Dicha noticia, publicada en “La Correspondencia de España”, bajo el
título “El último combate”, decía así

“…No obstante la reserva en la que se encerraron los ministros, por referencias
de uno de ellos, a quién habló un redactor de “LA CORRESPONDENCIA DE ESPAÑA” ,
pudimos adelantar algunas noticias sobre el hecho de armas desarrollado en
Melilla.

Una columna, mandada por el general Pintos, salió del campamento del Hipódromo
para proteger la marcha de un convoy. Este tenía por objeto aprovisionar los
puntos avanzados que ocupan nuestras tropas. La marcha se hizo de un modo feliz y
ordenado, demostrándose una vez más el excelente espíritu que anima a nuestras
tropas.

Consideróse necesario para la protección del convoy el que la columna ocupase
unas alturas inmediatas, situadas en las estribaciones del Gurugú.
La operación se hizo con acierto, y el éxito coronó los deseos del jefe de la
expedición. El convoy llegó a su destino y realizó su misión, emprendiendo luego
el camino de la plaza. Terminada la protección del convoy, las fuerzas que
ocupaban las alturas ya dichas comenzaron a replegarse hacia la plaza, por haber
terminado el objeto que hasta allí las hizo llegar.

Los moros, que indudablemente habían estado observando el repliegue de nuestras
fuerzas, a las que habían hostilizado insistentemente, surgieron en número
considerable, iniciándose un combate de grandísimas proporciones.

Nuestras tropas resistieron con el heroísmo de siempre el empuje del enemigo,
llegando en la lucha a combatir cuerpo a cuerpo. Son muchos los casos aislados de
heroísmo por parte de jefes, oficiales y soldados.

En lo más encarnizado del combate cayó muerto el general Pintos, que, como es
sabido salió de Madrid hace poquísimos días al frente de la primera brigada de
cazadores. Casi al mismo tiempo hallaban heroica muerte los tenientes coroneles
de Arapiles y de Las Navas Sres. Ortega y Palacios.
La lucha debió ser tan encarnizada que las bajas fueron numerosas, llegando a
algunos cientos.

Las tropas conservaron siempre su espíritu militar y continuaron su repliegue
hacia la plaza de un modo admirable. Las referencias acusan que las bajas de los
moros fueron también importantísimas.

Como se ve, solo se ha tratado de un hecho aislado, como resultante de una
expedición para aprovisionamiento de las posiciones avanzadas. La situación de
estas últimas continua siendo la misma, y los respectivos campamentos siguen
instalados en los sitios ya conocidos…”

El combate del martes 27 de julio de 1909.

Según publicaba en primera página “La Correspondencia de España” de fecha 31 de
julio de 1909, los combates del día 27 de dicho mes, que costaron la vida a
tantos soldados españoles, jefes, oficiales, suboficiales, soldados y hasta un
general en el Barranco del Lobo, se desarrollaron de la forma que a continuación,
se relatará textualmente citando las palabras del periodista del citado rotativo
madrileño, Rodríguez de Celis en su artículo, “El combate del martes” al parecer
recibida la información por correo.

“…Decíase ayer que la harka se había fraccionado, y entre sus contingentes se
notaba desaliento. Pero me abstuve de decirlo, porque lo consideré falso, dado el
coraje demostrado días pasados por los feroces kabileños que la componen.
Hoy se ha comprobado que tenía razón al desconfiar de tales noticias.

La harka, en vez de disgregarse, se ha visto aumentada por grupos muy numerosos
llegados de las kábilas del Rif Central.

A las diez de la mañana, salió un convoy en dirección a la segunda caseta. El
enemigo había volado, con dinamita, más de 300 metros de vía.

Escoltaban el convoy los disciplinarios y un batallón de la brigada Pintos.
Grupos de kabileños hostilizaron el convoy, y en breve el fuego se generalizó.
Los carros y las acémilas seguían su marcha bajo las balas, y la escolta del
convoy procuraba protegerles, batiéndose con la bizarría acostumbrada.

A la una de la tarde entró en fuego la brigada Pintos, y acto continuo comenzó
el avance hacia las estribaciones del Gurugú. El enemigo que peleaba usando su
táctica acostumbrada, recibió a los cazadores y a los disciplinarios y fuerzas de
África y de Melilla que los apoyaban, con un fuego horrible.
De todas las laderas, macizos, riscos, peñones, barrancos, chumberas y casuchas
del Gurugú, salían los moros en número enorme.

Los cazadores subían por el Gurugú a la carrera, ya disparando en descargas
cerradas, ya comenzando furiosas luchas a la bayoneta. En lo más rudo del avance,
que dirigía el general Pintos, este bravo jefe cayó muerto de una bala en la
cabeza.
Fueron ocupadas diversas posiciones y el convoy pudo aprovisionar sin riesgo
los puestos avanzados, regresando luego a la plaza.

Una vez la operación terminada, dióse órden a las tropas de volver a las
antiguas posiciones. El repliegue efectuóse con un órden y serenidad
maravillosos. Los moros, que durante todo el día habían hecho un fuego
nutridísimo menudeando en sus ataques para desalojarnos de las posiciones que les
habíamos tomado, bajaron de sus altos riscos, dando saltos como lobos, e
intentaron envolver diversos Cuerpos.
No lo consiguieron, naturalmente, pues los fuegos combinados de artillería y
fusilería, que les hacían caer por docenas, frustraron sus propósitos.

A las siete seguía el fuego y disparaban todas las baterías enumeradas en mis
despachos telegráficos, y los cañones del “Pinzón” y del “Numancia”.

La lucha gloriosa para nuestras armas, nos ha costado sensibles pérdidas, que
especificarán sin duda los partes oficiales. Yo solo puedo adelantar algunos
nombres de jefes y oficiales muertos o heridos en el sangriento combate que acaba
de terminar…” Rodríguez de Celis.

Hans Nicolás i Hungerbühler.

PINTOS-5 DESPUES DEL COMBATE








Después del combate del día 27 de julio: Los paisanos

Para hacernos una idea de lo que fue el combate del día 27, citaré otro
artículo aparecido en el mismo periódico citado anteriormente, en el que
Rodríguez de Celis, narra el después del combate.

“…He apartado muchas veces los ojos espantados en presencia de la
tragedia…Otras, no he necesitado que mis párpados me ocultasen el tristísimo
cuadro: una nube de lágrimas ha servido de tupido velo que me impedía ver tantos
horrores. ¿Por qué los periodistas no hemos de narrar siempre fiestas y alegrías?
¿Por qué la pluma ha de correr sobre el papel algunas veces para describir
escenas de desolación, momentos de angustia, horas terribles, de inolvidable,
intenso dolor?.

¡La verdad!. La verdad es que la jornada ha sido dura, tremenda, y que en ella
nuestro ejército , este valiente ejército español, todo heroísmo, lealtad y valor,
ha probado una vez más su temple y su bravura.

En el Hipódromo, el Teatro, la Alcazaba, allí donde pueden ser asistidos los
que han recibido heridas, se instala un hospital…

En el Hipódromo, el cuadro es imponente, tristísimo. Casi hacinados, revueltos
jefes, oficiales y soldados de todos los batallones, por cientos son curados por
los médicos de Sanidad, que no descansan un momento en su triste labor.

¡Los paisanos!. Este admirable vecindario de Melilla, realiza hechos de
humanidad y heroísmo que merecen ser consignados. En la misma línea de fuego
recoge a los heridos trasladándolos al Hipódromo o a los hospitales. Uno de estos
generosos vecinos cae herido de un balazo en la cintura; pero esta desgracia no
produce en sus compañeros otro sentimiento que es el de indignación contra el
enemigo, y la piadosa tarea continua sin interrupción.

Camillas, bancos, sillas, coches, carros, de todo se echa mano para la
conducción de heridos. La jornada ha sido horrorosamente trágica y nuestros
heroicos soldados caen por parejas, por docenas…

Del batallón de Las Navas puede decirse sin hipérbole que ha quedado en cuadro.
Sus dos jefes han muerto; de los cinco capitanes, sólo quedó ileso D. Manuel
Godé; de los trece subalternos, los Sres. Galiana, Pumarola, Ramírez y González…
Soldados han muerto muchos y muchos más han resultado heridos.

¿Para qué citar nombres de jefes y oficiales?, ¿Para que hacer una relación de
los soldados de todos los Cuerpos que han caído bajo el fuego enemigo?. Sería
interminable.
Ni en la guerra carlista, ni en la de Cuba y Filipinas hubo un día de tanto
heroísmo para nuestra Patria, como lo fue el 27 del actual.
De las pruebas de sacrificio y heroísmo dadas por nuestras tropas es ocioso
hablar.

El general Marina, imperturbable, en las guerrillas, dirigía el combate,
rodeado de su Estado Mayor. En un momento, todos los que le acompañaban se
vieron desmontados…El enemigo dirigía sus disparos contra el bravo general, y las
balas herían o mataban los caballos de sus ayudantes. El propio general en jefe
había recibido un balazo que le había traspasado la guerrera de rayadillo.

El escuadrón de Cazadores de Melilla hizo un servicio excelente, siempre bajo
una verdadera lluvia de balas. Su teniente coronel Sr. Morcillo, adjunto al
Cuartel General, lo mismo que sus subalternos, demostraron su valor y sus
cualidades excepcionales para el cumplimiento de la difícil misión que
desempeñaban.

A las ocho y media de la noche cesó el fuego. En los hospitales se vela, en los
hogares se reza y se llora. La ciudad parece tranquila. Cada dos horas, un coche
de la ambulancia de Sanidad Militar va camino del cementerio…
A cada momento se oyen sollozos, que parten de una ventana o de un balcón. Un
transeúnte me detiene y me pregunta: -¿Sabe usted si mi hijo está muerto?-¿Cómo
se llama?- Pero el desgraciado no puede esperar, necesita saber en seguida la
triste noticia, y se dirige a otro para hacerle la misma pregunta.
Las calles están solitarias y tristes a las dos de la madrugada; pero en los
balcones de las casas se ven rostros inquietos, llenos de ansiedad, temiendo
interrogar a los que pasan.


Hoy Melilla ha recibido por centenares españoles que han caído muertos y
heridos por las balas enemigas.
En los momentos de lucha, el vecindario melillense ha acudido con heroísmo a
socorrer a sus hermanos; por la noche, se ha encerrado en sus hogares a dedicar a
sus compatriotas unas lágrimas y una oración…”Rodríguez de Celis.

Hans Nicolás i Hungerbühler.


PINTOS- 6 DESARROLLO DE LOS HECHOS









Desarrollo de los hechos del 27 de julio de 1909

Preparado el convoy que debía de partir el dia 27 la noche anterior hacia la
segunda caseta, lugar donde se hallaban los depósitos de pertrechos, munición y
alimentos de la fuerza desplegada, la noche del 26 al 27 de julio y en evitación
que las fuerzas españolas, pudiesen utilizarlas, había sido saboteada por los
moros la vía del ferrocarril de la Compañía del Norte Africano, en una longitud
de unos 300 metros, noticia que recibe el comandante en jefe del Ejército de
Operaciones general D. José Marina Vega.
Contactado con los ingenieros militares para verificar los hechos, el teniente
Sr. Alzugaray, ordena la partida urgente de una locomotora de reconocimiento para
practicar una inspección lo más exhaustiva posible evitando la máxima exposición
posible. Efectivamente a unos 3 kilómetros de Melilla, se confirma el sabotaje
llevado a cabo por los moros.
Ante estos hechos y la necesidad de aprovisionar a las avanzadas del Ejército y
con el antecedente de la crudeza de los combates del dia 23 de julio anterior, se
protege el convoy que debe de partir con el suministro tan vital para los hombres
de las avanzadas. Esta notable fuerza, responde a tres causas, la primera el
abastecimiento ya citado, la segunda reparar la vía y en tercer lugar, operación
de castigo si la morisma intentaba el ataque del convoy.
La fuerza estaba compuesta de:
- 6 Compañías de Infantería.
2 Compañías del batallón de Cazadores de Reus.
2 Compañías del batallón de cazadores de Alfonso XII.
1 Compañía del batallón de cazadores de Los Arapiles.
1 Compañía del Regimiento de África.
- Escuadrón de Treviño.
- Sección de Montaña.
Misión de la dicha columna mandada por el coronel de la 2ª media Brigada de
Cataluña, Sr. Fernández
Cuerda, con la misión de auxiliar a su vez, al capitán de Ingenieros Sr. Cueto,
en rehacer la vía. Esta parte del Hipódromo con ordenes de llegar a su destino
(2ª caseta), limitándose a abrirse paso y evitar el combate. Fernández Cuerda
quedará en la 2ª caseta y el convoy, regresará a las órdenes del coronel Axó del
Regimiento de África.
- 6 Batallones de la Brigada Pintos.
Batallón de Cazadores de Madrid.
Batallón de Cazadores de Barbastro.
Batallón de Cazadores de Los Arapiles.
Batallón de Cazadores de Figueras núm. 6.
Batallón de Cazadores de Las Navas.
Batallón de Cazadores de Llerena.
Reforzados por:
El Grupo de Montaña.
Batería de Artillería Montada de la plaza de Melilla.
Misión de dicha columna mandada por el general D. Guillermo Pintos Ledesma,
vigilancia de las salidas de los Barrancos del Lobo y el de Alfer. En ellos se
creía podían hallarse los moros concentrados y en caso de atacar el convoy del
coronel Axó, atacarle por el flanco izquierdo sin rehuir combate. El punto
inicial para marcar la dirección del despliegue era una casa muy visible, en el
centro de la vertiente Noreste de la loma de Ait-Axa.
Una vez hubo partido el convoy, el general Pintos ordenaba formar su columna
entre los Lavaderos de Mineral y el Zoco en línea de columnas dobles de batallón.
Reconocido el terreno, Pintos, ordena el emplazamiento de la artillería: una de
sus Baterías de Montaña en la loma de Los Lavaderos, una segunda Batería y la
Montada, son emplazadas a la izquierda de la primera en las cercanías de la
Posada del Cabo Moreno. Se montó una tercera Batería que reforzaría por el fuego,
el avance de la Infantería. Se inicia nutrido cañoneo en el que participan aparte
de las ya mentadas, las Baterías del Hipódromo y la de 15 de Fuerte Camellos,
siendo el objetivo, la morisma que se veía en la vertiente Norte de Ait-Axa, los
cuales ya habían causado bajas en la brigada.
El coronel Fernández Cuerda al avanzar con el convoy enseguida fue hostilizado
por su derecha, siendo el cañoneo iniciado, la causa del repliegue de los moros,
motivo por el cual, la vía férrea pudo ser reparada hacia media tarde y llegar a
la segunda caseta el convoy, lugar donde espera órdenes hasta las 18:00 horas.
Mientras el general Pintos tiene a la espera en su totalidad a la fuerza
enemiga ubicada en las vertientes Norte y Noreste de Ait-Aixa. Al parecer la
apariencia de dichas vertientes era de suave pendiente, siendo no obstante falsa
la apreciación ya que partido en pequeños barrancos, era de difícil escalada.
Estos barrancos, desembocaban en el Barranco del Lobo, el cual tiene bastantes
cerros los cuales se disimulan sobre la falda, pedregosos y de subidas acentuadas
que hacen penosa la marcha, con el agravante de existir márgenes en las
diferentes alturas, los cuales, son típicos del paisaje mediterráneo. Otro
agravante para la fuerza española, es que el moro es conocedor del terreno y
aprovecha cualquier accidente u obstáculo del mismo para parapetarse así como sus
vestidos y ropajes, se mimetizan con el terreno.
Previa preparación por el fuego (cañoneo), el general D. Guillermo Pintos
Ledesma, sale sobre las 13:00 horas de sus posiciones, marchando en doble columna
de media brigada. Flanquea por la derecha en vanguardia el batallón de Cazadores
de Madrid, el batallón de Cazadores de Barbastro de sostén y a poca distancia,
detrás el batallón de Cazadores de Figueras núm. 6, 2 compañías de protección de
la batería y 2 más a disposición del general Pintos.
Por la izquierda, flanquea en vanguardia batallón de Cazadores de Las Navas y
batallón de Cazadores de Llerena de sostén. Las otras 3 compañías disponibles de
Los Arapiles prolongan por la izquierda la línea general, formando la parte
extrema de este flanco.
Protegidos por la artillería, sufriendo bajas, continuó el avance ocupando un
frente muy amplio (más de 1 kilómetro). En un determinado mometo, el lado
izquierdo debía ser reforzado por el batallón de Cazadores de Figueras 6 y el
derecho, por 2 compañías de lo Cazadores de Barbastro que desplegaron a la
derecha de Cazadores de Madrid. El fuego de los moros, continuaba causando bajas
por su puntería e intensidad sobre todo el lado cubierto por Madrid y Barbastro,
siendo la ascensión penosa. Todo y aún, ocuparon unas pequeñas lomas a la derecha
del Barranco del Lobo, posiciones que resultaron relativamente buenas. Estas,
fueron sostenidas durante toda la tarde por los españoles.
En dicha ascensión tan dura, el general Pintos, se vió obligado a apearse de su
montura y al apoyarse en una piedra para descansar un poco, una bala le dio en la
cabeza causandóle la muerte. Su cadáver, fue retirado rápidamente al Hipódromo.
La restante media brigada del flanco izquierdo, antes de llegar a la entrada
del Barranco del Lobo también había sufrido grandes pérdidas, sobretodo los
batallones de Cazadores de Llerena y de Las Navas que iban en vanguardia. La
línea que formaban, fue rápidamente cubierta por la izquierda por los batallones
de Cazadores de Figueras y de Los Arapiles, los cuales, sus 3 compañías habían
quedado de reserva en los Lavaderos.
Aún que faltando los jefes de ambos batallones, los cazadores, instigados por
la bizarría de su oficialidad, bajo el recio fuego que sufrían, iniciaron la
ascensión por la ladera derecha del barranco, marchando en 1ª línea Los Arapiles,
con el capitán Melgar ayudante del batallón y honorario de S.M. El Rey D. Alfonso
XIII. Las bajas continuaban sin distinguir ni rangos ni clases, faltando
lógicamente la dirección de las tropas en el combate. Aún y así, Cazadores de
Llerena vió rodeado su batallón por la izquierda, los cuales, ante tal situación,
iniciaron una carga a la bayoneta. La confusión, no obstante era más que notable.
Los diezmados batallones, iniciaron el repliegue, en orden algunos, en perfecto
caos provocado por la situación otros, se abandonaron animales, municiones, no se
podía retirar ni heridos ni muertos en el repliegue, tampoco recoger el
armamento.
El general D. José Marina Vega, única persona capacitada para imponer el orden
y salvar a la brigada de Madrid, la cual se hallaba en verdadero peligro,
contemplaba desde el puesto de mando la situación, desde las lomas del Lavadero
de Mineral el combate sostenido por la Brigada del general Pintos, ignorando
inicialmente que este había muerto. También observaba la marcha del convoy a la
segunda caseta. Notó que la brigada citada, se desviaba muy a la derecha de la
dirección marcada (la casa visible de la vertiente noreste) así que mandó a un
ayudante para que el general Pintos rectificase su trayectoria, siendo entonces
cuando se enteró de la muerte del bravo general y de los primeros jefes del
batallón de Cazadores de Las Navas y de Los Arapiles y de los comandantes de
Madrid, Llerena y Las Navas. En ese momento, el general marina, asumió el mando
del conjunto, esforzándose en normalizar la situación y restableciendo el combate
sobre las 15:00 horas. Repartió mando de las maltrechas unidades, coronel D. Luís
Aranda el de las unidades de la izquierda, destacó al comandante de Caballería
Sr. Fajardo como mando en la segunda caseta y ordenar al coronel Axó, que
regresara con el convoy protegiendo el ala izquierda obligando a recuperar las
posiciones del lado izquierdo recientemente abandonadas, pudiéndose de esta
manera retirar heridos y muertos de la línea de fuego.
El combate cambió de aspecto y cuando se supo sobre las 18:00 h, que se
acercaba con sus fuerzas el coronel Axó, mandó Marina a un ayudante al ala derecha
para iniciarse el repliegue de forma lenta y ordenada, de una o dos compañías
sobre los Lavaderos. El coronel Garrido, como Comandante de Artillería acompañaba
al general, le asignó emplazamiento para las baterías que debían de cubrir la
retirada la cual tiró inicialmente sobre grupos mixtos de moros y soldados.
El repliegue, se inició por el flanco derecho y siguió por el izquierdo tan
pronto el coronel Axó , de vuelta con el convoy, se halló en condiciones para
proteger el flanco como el general Marina, le había ordenado.
A las 20:30 h, entraban en el Hipódromo las fuerzas restantes, no habiendo
creído oportuna, la conservación de posiciones obtenidas durante el combate ya
que se hallaban aproximadamente a 1 kilómetro de las alturas de Ait-Aixa que era
esta, la única posición que si que habría representado una ventaja guarnecer ya
que desde ella, se daba seguridad a las líneas de aprovisionamiento y a la zona
sur de la plaza de Melilla.
El entierro del general Guillermo Pintos
Junto a los funerales en Melilla, celebrados el 28 de agosto de 1909, a las 10
de la mañana, del general de brigada D. Guillermo Pintos Ledesma, se celebraron
los de 10 jefes y oficiales y los de 48 soldados, a los cuales rindieron honores
tres batallones de Cazadores de Madrid, con bandera y música y, el escuadrón de
Cazadores de Melilla. Las tropas, desfilaron ante el cuerpo inerte del general
Pintos en columna de honor. El acto, fue presidido por el general Del Real y el
Ayudante del general Pintos, asistiendo toda la población de Melilla y cuantos
oficiales se hallaban fuera de servicio.
Asistieron sus familiares, llegados de Madrid el dia 28 de julio de 1909.
Por esta acción, se ascendió a general de división a D. Guillermo Pintos
Ledesma y en esa misma firma, se ascendía a coronel de Infantería a los tenientes
coroneles muertos en combate ese mismo día a:
- D. Federico Julio Ceballos. (Regimiento de Melilla).
- D. José Ibáñez Marín. (Cazadores de Figueras núm. 6).
- D. Tomás Palacio Rodríguez. (Cazadores de Las Navas).
- D. José Ortega Lores. (Arapiles).
--:--
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid,
núm.18.792, pág. 2, de fecha domingo 25 de julio de 1909.
- Fuente: “El Imparcial”, Madrid, núm. 15.224, pág. 2, de fecha, jueves 29 de
julio de 1909.
- Fuente: Fotografía general de infantería D. Guillermo Pintos Ledesma. “La
Ilustración española y americana” de fecha 8 de agosto de 1909.
- Fuente: Fotografía Teniente coronel Jefe del batallón de Cazadores de Las
Navas, “La Ilustración española y americana” de fecha 8 de agosto de 1909..
- Fuente: “RIMZ Asturias núm. 31, 300 años de historia”, en Internet.
- Fuente: “Anexo II, Campaña de Marruecos, 1909-1927” en Internet.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid, núm.
18.796, págs..1, 2, de fecha jueves 29 de julio de 1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid, núm.
18.797, págs. 2, 3 de fecha viernes 30 de julio de 1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid núm.
18.798, pág. 1, de fecha sábado 31 de julio de 1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana, Madrid,
núm.18.806, pág. 2 de fecha domingo 8 de agosto de 1909.
- Fuente: Fotografía “artilleros protegiendo paso de un convoy”, “La
Ilustración Española y Americana” Suplemento de 30 de agosto de 1909.
- Fuente: “Intervención en el Rif y evolución de Melilla ”Web Centenario de la
Campaña de 1909. (Melilla 2009).
- Fuente: Datos del Instituto de Historia y Cultura Militar. Archivo General
Militar de Madrid.
- Fuente: Revistas “Marchando” núms 30 y 31, año 2007, artículos firmados por
Miguel Ángel Pintos, descendiente directo del general D. Guillermo Pintos
Ledesma.
- Fuente fotografías general D. Antonio Maceo y general D. Valeriano Weyler i
Nicolau, “Búsqueda de Imágenes en Vikipédia”, Internet.
- Fuente: “El Imparcial”, Madrid, núm. 15.233, pág. 1, de fecha sábado 7 de
agosto de 1909.
- Fuente: “La Correspondencia de España”, Edición de la mañana,
Madrid ,núm. 18.817, pág.2, de fecha jueves 19 de agosto de 1909.

Hans Nicolás i Hungerbühler.